El negocio de los estudios pro transgénicos
• Ricardo Balderas
Más de 80 millones de pesos han sido utilizados para promover el desarrollo de la industria de transgénicos en México, a través de estudios que fueron pagados con recursos del Fondo para el Fomento y Apoyo a la Investigación Científica y Tecnológica en Bioseguridad y Biotecnología (Fondo CIBIOGEM). Así lo reveló un análisis profundo del ejercicio financiero reportado de manera oficial por el Comité del Fondo y el Consejo Nacional de la Ciencia y Tecnología (Conacyt). Empresas como Monsanto son las principales beneficiadas.
Estos datos, a los que tuvo acceso PODER y que fueron corroborados con los investigadores, revelan que los montos asignados a biotecnología y biotecnología agrícola rebasan, por mucho, a los proyectos financiados para la investigación en bioseguridad (investigaciones para prevenir catástrofes ambientales). “Hay un evidente sesgo”, denuncian investigadores.
En totalel 72% de las investigaciones pagadas con el erario fueron encaminadas al desarrollo de biotecnología y biotecnología agrícola. Es decir, existe una clara inclinación a la producción de transgénicos y uso de químicos que fortalece a las multinacionales, afectando así, a los cultivos orgánicos y tradicionales.
A modo de ejemplos, podemos mencionar, el estudio denominado: “Plantas de maíz genéticamente modificadas con tolerancia a sequía”, elaborado por la Dra. Beatriz Xoconostle, con un evidente sesgo a favor de los transgénicos, y otra investigación que lleva por nombre: “Costos y beneficios de los cultivos genéticamente modificados en México: un análisis de equilibrio general”, por el Dr. Javier Becerril del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma de Yucatán.
El conflicto ahora retumba en la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (CIBIOGEM), encargada de ejercer el presupuesto del Fondo y cuyo objetivo original es la protección biogenética del país.
“En las administraciones anteriores de la CIBIOGEM había un sesgo muy cargado, muy evidente hacia la biotecnología, cuando el objeto de esta comisión es la bioseguridad”, dijo para PODER Emmanuel González Ortega, encargado de despacho de la Secretaría Ejecutiva de la CIBIOGEM.
La rebelión antitransgénicos
La rebelión comenzó desde las aulas. El 15 de septiembre del año en curso, en mitad de un foro denominado “Ciencia por México”, los académicos asistentes se pronunciaron públicamente en contra del abuso de las producciones en masa de biotecnología y sus consecuencias en un escenario de “crisis climática”. El hecho ocurrió ante centenares de asistentes entre los que destacan miembros de los centros de estudios más destacados del país, como el IPN, la UNAM, la UAM y el Conacyt.
El primero en hablar fue Emmanuel González Ortega, encargado de despacho de la Secretaría Ejecutiva de la CIBIOGEM, quien subrayó que con la nueva política (con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia), el Conacyt se orienta hacia la protección de la riqueza biocultural. En lo particular, aseguró que la CIBIOGEM buscará fortalecer las acciones y políticas públicas de bioseguridad teniendo como premisa el principio de precaución. Es decir, que si existen estudios que informen sobre posibles riesgos sanitarios por manipulación de material genético, se tomarán medidas.
Por su parte, el doctor Manuel Rojo Leyva, director en el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, celebró que por primera vez el Conacyt promueva el diálogo y la discusión sobre el uso de transgénicos en la alimentación y su impacto en los pueblos originarios. En esa misma conferencia, Yolanda Cristina Massieu, doctora en Economía por la UAM y miembro del Programa Agricultura y Alimentación, Grupo de Maíz Transgénico de la UCCS, realizó una denuncia sobre la crisis climática.
“Los cultivos transgénicos agudizan el modelo industrial de agricultura capitalista, caracterizado por privilegiar el monocultivo de alto rendimiento, sin importar sus efectos ambientales (…) estamos padeciendo las consecuencias en la contaminación de suelos, de agua, así como la erosión genética y la exclusión social. Estamos en tiempos de una crisis ambiental tremenda y urge buscar un nuevo paradigma agrícola, que sea sustentable y que sea diverso e incluyente de las comunidades campesinas e indígenas”, sostuvo.
El sesgo en el aparato científico
En el reportaje denominado: “El cártel de las Semillas”, también se da cuenta de una red que promocionaba investigación a favor de la producción transgénica con estudios que se realizaron en escalas muy bajas (nunca mayor a un hectárea) y sin las medidas de control recomendadas. Asimismo, la empresa transnacional Monsanto, logró traficar con semillas genéticamente modificadas con ayuda del gobierno, a través de programas de fomento al campo.
Emmanuel González añade otra línea de investigación, la de la salud pública: “Los Organismos Genéticamente Modificados, más concretamente los cultivos OGM que primordialmente son de tolerancia a los herbicidas como el glifosato, que se ha probado o se ha catalogado como probablemente cancerígeno, y otro tipo de cultivos OGM son los resistentes a insectos, que también indica que tienen daños a la ecología, digamos, daños ecotoxicológicos y también hay evidencia de daños a la salud por el consumo de estas toxinas”.
Y esos daños a la salud están siendo investigados. La organización U.S. Pirg, con presencia en Estados Unidos y Canadá, detectó un incremento de más del 500 por ciento de glifosato en diferentes vinos y licores, entre los que resaltan las cervezas Corona, Budweiser y Heineken. El glifosato es una de las sustancias más frecuentes en los herbicidas elaborados y comercializados por Monsanto, mismo que fue catalogado en 2015 por la Organización Mundial de la Salud como un agente cancerígeno.
Es por esos motivos que el Principio de Precaución o Principio Precautorio del que hablan los nuevos directores de la CIBIOGEM es tan importante. Según explica el investigador, el Principio Precautorio estipula que al existir un mínimo riesgo de contaminación o daño al patrimonio biogenético del país, los proyectos biotecnológicos deben ser suspendidos.
Dado que la producción agrícola mundial requiere de altos niveles de insumos que con las semillas orgánicas pocas veces es posible alcanzar, según el doctor González Ortega, desde las instituciones públicas se estuvo promoviendo sin reparo el escenario para favorecer a los cultivos transgénicos.
La justificación utilizada para sostener el discurso de la biotecnología agrícola data de una segunda ola, después de lo que se llamó la revolución verde. Sin embargo, la revolución verde fue una iniciativa en donde se priorizó mucho el uso de variedades agrícolas híbridas, porque la expectativa era la alta producción sin el uso de químicos en el campo, lo cual es imposible.
Desde que los nuevos investigadores implementaron el Principio Precautorio a la función pública en la CIBIOGEM, han sido objeto de diversos ataques internos y vía redes sociales.
Los ataques provienen principalmente de la red social Twitter, donde descalifican los perfiles de los investigadores por proponer detener la megaproducción genéticamente modificada. Asimismo, algunos usuarios descalifican el trabajo realizado priorizando la producción de las semillas OGM y descalificando las investigaciones que apuntan o califican como cancerígenos a los herbicidas.
Estos ataques siempre fueron dirigidos desde perfiles con pocos seguidores y que no poseen antecedentes de interés en la investigación científica, por lo que podría tratarse de lo que coloquialmente de identifica como bots.
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